Cuando Caperucita y el lobo eran amigos


Como cada día, Caperucita llevaba la cesta de mimbre que le dio su madre a casa de su abuela. Siempre el mismo recorrido, un poco largo pero su madre no la dejaba ir por otro. 

Aunque ese día fue distinto. Mientras caminaba por el bosque a plena luz del día, oyó un disparo y un aullido; se quedó quieta y pensó en ir a ver que pasaba, pero podía ser peligroso y su madre no estaría orgullosa de que lo hiciera. Aunque la curiosidad le estaba desesperando,  y con valentía se dirigió al lugar de donde procedía el ruido. Pero no suele orientarse bien por zonas desconocidas, así que sin saber dónde iba, vio algo blanco moverse,  le dio miedo acercarse pero podía sentir su dolor.

 Se acercó y era un lobo, tumbado con una raja en el costado, y con lagrimas en la cara. El lobo empezó a aullar pero ella ya no tenía miedo, solo quería ayudarle, además tampoco podía hacerle nada, estaba herido.

Le intento tapar la herida a base de agua y hojas pero tampoco tenía mucha experiencia así que le dio algo para comer que tenia en la cesta y le puso por encima su capa roja, le señalo que esperara, aunque no sabía si lo entendería. Fue corriendo a su casa y cogió vendas y algún remedio casero que tenia para heridas, cuando volvió el lobo se había comido lo que le dejó, pero seguía sufriendo.

Después de curarle, el lobo no se movió de su sitio, y Caperucita orgullosa de lo que había hecho se fue pensando en volver mañana a ver cómo estaba.

Al día siguiente, busco el lugar donde pasó todo ayer, pero no lo recordaba muy bien, así que se perdió, pasaron horas y horas, aunque al menos tenia la cesta de comida del día. Y apoyada en un árbol cualquiera, se quedó dormida.

Estaba sintiendo la respiración de alguien en sus manos, y cuando abrió los ojos, pego un grito aterrorizada de ver al lobo a su lado. Cuando se dio cuenta de que no le estaba haciendo daño dejó de gritar. Pensó si acariciarle o no; dejó su miedo fuera y lo hizo, y desde ese momento algo los unió. 

Todos los días Caperucita esperaba con ansia llevarle la cesta a su abuela, y a la vuelta siempre iba al mismo árbol con el lobo, le tenía cariño, ella le salvó y él le ayudó. Sabía que acercarse a los lobos era peligroso pero ese ya no era sólo un lobo, era su amigo. Paseaban por el bosque, y aunque no hablará, sus gestos los empezaba a entender.

Los días de lluvia iban a una cueva, y allí, tumbados en el suelo con la capa por encima, ella le contaba sus pensamientos mientras que el lobo escuchaba a su lado, con los ojos brillantes. Ella cree que le gustaría no ser un lobo y por eso estaba triste, pero le había tocado ser así y ella le quería tal cual. Sí, le quería, le quería porque nunca nadie le había hecho sentir tan especial. Incluso le puso nombre: Red.

Pero un día, Caperucita se retrasó, y el lobo preocupado fue en su busca. Se encontraron por el camino, pero estaban cerca de la aldea y, como en toda aldea, el cazador siempre está vigilando, así que los vio.

El cazador preocupado fue a hablar con su madre y abuela, las cuales se asustaron mucho. Pero su abuela, decidió ir con el cazador a matar al lobo esa misma noche. Cuando lo encontraron, el lobo se quedó quieto delante de ellos, y la abuela empezó a gritarle y tirarle piedras diciéndole que no se acercara más a su nieta, ante ello el lobo empezó a correr con los ojos vidriosos, y el cazador comenzó a disparar.

Durante los días siguiente, Caperucita no encontró al lobo por ningún lado, estaba preocupada, tanto que hasta su madre la veía rara, pálida, triste, al preguntarle por qué, se lo contó todo, y la madre no sabía qué hacer, sólo dijo: “Cariño, es lo mejor para ambos”.

La madre preocupada por su hija, decidió buscar al lobo y pedirle que nunca hiciera daño a Caperucita, pero el lobo, como lobo, después de oír eso se marchó.

Al día siguiente, Caperucita volvió a ir a casa de su abuela, con la intención de volver a buscar a Red después. Pero cuando estaba llegando a casa de su abuela, oyó un grito, asustada corrió hacia la casa y vio a la abuela enfrente del lobo, el cazador estaba llegando allí, y el lobo la miró. Caperucita corrió hacia él, mientras se acercaba se dio cuenta que llevaba unas flores rojas a su lado que hacían una figura: un corazón.
De repente, el cazador gritó:  ¡Cuidado, alejarse de él!

Pero caperucita estaba cerca de Red y no iba a parar de correr, y su grito, aunque fue el más fuerte que habían escuchado nunca, no logró detener el disparo del cazador,  que llegó de lleno en el vientre de Caperucita. A pesar de la estupefacción del momento, el  lobo corrió hacia el cazador para matarlo, pero Caperucita le grito su nombre y le dijo:

Foto cedida y realizada por: Van Vann
No! ¡Red! No seas como ellos, no 
lo mates, sólo huye.

El lobo con los ojos fijos en Caperucita, le hizo caso y salió corriendo, mientras que ella pronunciaba sus últimas palabras antes de cerrar los ojos:

“Nos volveremos a ver”

Comentarios

  1. Una historia fantastica que nos hace pensar en que no todo es como nos lo cuenta, siempre puede pasar cosas inesperada y cambiar tu vida (historia) de forma que hasta los deseos mas dificiles e inesperados pueden llegar a cumplirse y aunque algunos acaben mal siempre quedara el mero hecho de haberlo intentado.

    Saludos!!!

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