Sueños raros I

Hay veces que me imagino la pared de mi casa como si fuera un mapa del mundo, dónde tengo puesto con chinchetas todos los sitios que he visto. Sí, se que suena muy hipster pero te alegra el cuarto solo de imaginarlo.


Tanto imaginar me empieza a volver loca, ya no sabes si la pared de tu cuarto es una isla paradisíaca o  el cristal de mi casa lleno de mierda donde proyecto mis películas.

Hay veces que me imagino uniendo con cuerdecitas las chinchetas que tengo puestas en ese mapa para ver si existe una conexión en plan CSI.

Otras me imagino recorriendo una playa desnudándome y entrando en el agua con las tortugas marinas y caballitos de mar haciéndome cosquillitas en mi piel.

Hay veces que me veo haciendo un ángel en mitad de la nieve encima de una montaña con solo un bikini.

Alguna que otra vez, también me he creído que estaba en un rascacielos de Nueva York viendo follar a la pareja del rascacielos de enfrente con un telescopio.

Luché contra un caballero medieval encima de mi caballo teñido de azul con una espada de folios A4 reciclados (yo iba en contra de Isabel la católica).

También me he montado encima de un león y le grite: ¡Hasta el infinito y más allá! Pero no rugió como cuando empiezan las películas de la MGM

Me cortaron el clítoris en una de esas tribus africanas.

He subido al árbol donde vivió Tarzán y me tiré de una liana hasta zambullirme en el lago. Me pegue un pedazo de ostion, sí.

He ido a ver la ventana de suicidios de la Torre Eiffel a ver si saltaba alguien.

Llegue a nadar con un delfín y la ballena de Pinocho al lado.

Luché contra un tiburón en medio de una isla australiana, gané gracias a Cleo y sus amigas.

Robé el barquito de madera que Jack Sparrow usó para volver a la civilización (sí, ese en el que iba medio hundido).

Mantuve una conversación muy profunda con un gato (y no tenía botas), me dijo que me dejará de gilipolleces, así de directos son, como todos sus dueños.

En fin, en mi cuarto se proyectan demasiadas películas.